No hay quinto malo

No es difícil intuir que el origen de este dicho “No hay quinto malo” procede del mundo de los toros.

En los viejos tiempos los seis toros que saltaban a la plaza en una corrida no eran sorteados, el ganadero era el que elegía el orden y colocaba por tradición al mejor en el quinto puesto.

Los ganaderos solían poner en primer lugar un toro con mucha fuerza, y ponían a los dos peores del lote en el segundo y cuarto puesto, el tercero y el sexto eran para aquellos toros en los que el ganadero tenía confianza pero cuya calidad era una incógnita y el quinto era el que gozaba de la confianza del ganadero.

quinto malo

Curiosamente en un origen el mejor toro era el sexto pero se prefirió adelantarlo al quinto debido a que muchos aficionados abandonaban la plaza antes de que el torero acabara su faena para volver más pronto a casa, privando al torero de recibir los premios en forma de orejas y rabo por falta de público.

Llama la atención que la frase se extrapolara a otros ambientes y el número cinco pasara a cobrar un valor de importancia en todo tipo de eventos pero ya se sabe de la importancia de la tradición taurina en el devenir de las costumbres españolas.

Hay otra versión del origen del dicho que resulta algo más pintoresca pero que no debemos obviar, la misma se basa en que al principio las corridas eran de ocho toros y el descanso se producía tras el cuarto de la tarde, el refrigerio y la algarabía llevaba al público a estar deseoso de ver el quinto toro y dispuestos a venerar al toro y al torero, pero es una versión que cuenta con pocos visos de ser cierta siendo la otra razón más fundamentada para justificar que no hay quinto malo.

Hoy en día pese a que el orden de salida de los toros es sorteado para no beneficiar a un torero sobre otro, los muy taurinos siguen recordando la frase confiando en que nunca saldrá un quinto malo, y si alguno sale con olvidarlo pronto todo arreglado.